30/09/2020

Las PYME deben ser "activistas" de la transformación social y "activadores de la economía" en España

Expertos en transformación animan a “subirse a este carro” porque la pandemia de Covid-19 está acelerando el proceso.

Las pequeñas y medianas empresas de España tienen por delante el gran reto de apostar por la transformación social para convertirse en “activistas” del cambio y a la vez ser “activadores de la economía” en el nuevo contexto de crisis que está provocando la pandemia de Covid-19.

Así ha quedado de manifiesto durante el Primer Congreso de Transformación Social que se ha celebrado esta mañana en Madrid bajo la organización de Fundación ‘la Caixa’, la patronal de pequeños empresarios de Cataluña Pimec, la Universidad Complutense y Reale Seguros, el cual ha tenido como maestros de ceremonia al alpinista Jesús Calleja y a Begoña Gómez, codirectora del Máster de Transformación Social de la Universidad Complutense de Madrid y esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Precisamente, Gómez fue uno de los expertos que más insistió durante la jornada celebrada en el CaixaFórum de Madrid en que las pyme tienen la oportunidad de sumarse a la transformación social que ya están liderando muchas grandes compañías y administraciones públicas, con el valor añadido de que puede suponer a la vez “una oportunidad para el negocio”.

Aunque sea mediante pequeñas acciones, resaltó que cualquier cambio positivo siempre produce un “efecto mariposa” que permite que “cualquier pequeño giro” acabe aportando “un gran impacto social” o de otro tipo. Además, afirmó que cualquier empresa que interiorice esta idea y la incluya en su plan de negocio conseguirá “generar un doble retorno de corazón y de bolsillo”.

Todos los participantes insistieron en la idea de que la transformación social que promueven los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas suponen un “oportunidad de negocio” pero también una obligación colectiva con el planeta y el resto de las personas, como subrayó Ana Sáenz de Miera (de Ashoka), para quien una clave indispensable de este proceso es “identificar” en la sociedad una necesidad a la que pueda ofrecerse solución.

Para ayudar a las empresas a medir su contribución a la sostenibilidad, el rector de la Universidad Complutense de Madrid, Joaquín Goyache, anunció a través de un vídeo la creación de una Cátedra Extraordinaria Complutense centrada en el desarrollo de “herramientas sobre transformación social” junto a la Fundación “la Caixa”. Se trata de una oportunidad de formación y de apoyo a las pequeñas empresas para que se incorporen a esta tendencia y aprendan a sacarle partido económico para su empresa y sus clientes.

GENERAR IMPACTOS POSITIVOS

Durante una mesa redonda que moderó Isabel Garro, ex directora general de la Red Española del Pacto Mundial y exasesora del Alto Comisionado para la Agenda 2030 del Gobierno de España, cuatro especialistas en empresas y medición del impacto social expusieron las ventajas que tiene para las pyme avanzar en el camino fijado por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

El vicepresidente de Pimec, José María Torres, apeló a las pequeñas y medianas empresas a “integrar lo social” en su estrategia para “generar impactos positivos en la sociedad” que sean mediables y que puedan presentarse a los clientes como un elemento más de contribución a la riqueza.

Para que eso sea plenamente posible, Torres aprovechó para pedir a las administraciones públicas condiciones que permitan “competir en igualdad de condiciones” con las grandes empresas, como por ejemplo con una “fiscalidad adecuada”, garantías para eliminar la morosidad en el cobro y mecanismos para facilitar la participación en la contratación pública.

Por su parte, Alberto Barreiro, de Kaospilot, defendió que la transformación social competitiva es posible pero exige que las empresas apliquen la “fórmula mágica” de “redefinir la idea de negocio” para añadir nuevas variables que miren más allá de la rentabilidad económica inmediata e integren “el impacto que quieren generar en los demás”.

Barreiro subrayó que las pyme tienen que “subirse a este carro” y advirtió de que la pandemia de Covid-19 ha venido a “acelerar” ese proceso porque durante el confinamiento las personas han empezado a cambiar la mentalidad del consumo para “reconsiderar” otras cuestiones como cuáles son “las necesidades últimas” de su vida.

La forma de medir esa contribución social, según explicó José Luis Ruiz de Munain, de SpainNAB, pasa por asumir la existencia de un “nuevo paradigma” y aplicar criterios que cuantifiquen el impacto social de las empresas a través del Big Data y la Inteligencia Artificial porque “de lo contrario va a ser muy difícil convertir en retorno financiero” el esfuerzo por la transformación.

Ruiz de Muain aconsejó a las pyme que se decanten por generar “alianzas” con otros actores para hacer realidad ese cambio de forma medible y apuntó que la actual pandemia de Covid-19 “nos obliga a profundizar” en ese camino de la transformación social tras haber logrado pasos notables en los últimos años en materia de gobernanza y de economía verde.

CAMBIO DE LOS CONSUMIDORES

Desde el Banco Santander, Marta Aisa Blanco destacó que esta entidad financiera tiene fijado entre sus propósitos principales atender a las pyme y ayudarlas a “prosperar” también en el reto de la transformación para “generar crecimiento a largo plazo” y a la vez “solucionar los problemas a los que se enfrenta la sociedad” en estos momentos.

Aisa señaló que la crisis del coronavirus ha provocado que “siete de cada diez consumidores” declare que cuando pase la pandemia sólo consumirá productos de empresas “que han tenido gestos solidarios” en los peores momentos de la pandemia, lo cual supone un “cambio importantísimo” de mentalidad que obliga a las empresas a atender a lo sucede a su alrededor e implicarse en solucionar los problemas.

A modo de ejemplo, relató que el Banco Santander creó en el peor momento de la pandemia un pequeño departamento dentro de su área de compras para “poner en contacto” a unos proveedores con otros porque simplemente tenían ganas de “ayudar” a fabricar materiales de protección sanitaria.

En otra conferencia, Clara Arpa, dueña de una empresa familiar de Zaragoza especializada en metalurgia con 79 empleados, defendió que el compromiso social no está reñido con la rentabilidad, como intentó demostrar al explicar que todo lo que ahora se fabrica en Arpa se hace “con cero emisiones de CO2” y un ahorro del 18% de la factura de la luz gracias a la sustitución de la energía tradicional por paneles solares.

Adelantó que su próximo objetivo es sustituir el combustible de carretillas y otros vehículos de la empresa por el nitrógeno. Advirtió de que los recursos del planeta “son finitos” y eso exige avanzar hacia “la economía circular” en los próximos años. Reconoció que ha costado “mucho implantar” estas medidas pero incidió en que el principal reto suele ser sacar a las personas “de su zona de confort-mismo” para que acepten los cambios en favor de la transformación social.

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